La violencia obstétrica, ese monstruo silencioso que acecha en salas de parto y consultorios, ha sido por décadas una realidad invisibilizada en México. Hoy, la iniciativa de la diputada Brissa Arroyo busca sacar a la luz este tipo de violencia de género, ubicándola en el marco legal del estado de Michoacán y, con ello, abriendo la puerta a una atención obstétrica digna y respetuosa para todas las mujeres.
¿Qué es la violencia obstétrica y por qué importa?
La violencia obstétrica no es un mito ni una exageración. Se trata de cualquier acto u omisión por parte del personal de salud —médicos, enfermeras, administrativos— que dañe, lastime o denigre a una mujer durante el embarazo, parto o puerperio. Incluye desde el trato deshumanizado y la falta de información, hasta la imposición de procedimientos médicos sin consentimiento, la negación de acompañamiento y la detención por falta de pago.
“El parto es uno de los momentos de mayor demostración de fortaleza física, mental y emocional”, afirma la diputada Arroyo. “Durante el trabajo de parto, las mujeres experimentamos sentimientos de miedo, ansiedad, inseguridad y soledad, en especial si no tienen a su lado una compañía de apoyo.”
Datos que duelen: la realidad de la violencia obstétrica en México
- Prevalencia alarmante: En algunos hospitales públicos de México, hasta el 42% de las mujeres reportan haber sufrido violencia obstétrica, siendo la prohibición de acompañantes durante el parto la práctica más común.
- Formas de violencia: No solo se trata de maltrato físico, sino también de violencia psicológica, como insultos, trato infantil o paternalista, y la imposición de procedimientos médicos innecesarios.
- Consecuencias: La violencia obstétrica puede dejar secuelas físicas y emocionales duraderas.
