En Michoacán, la educación no solo se imparte en las aulas, sino que se construye a diario entre pizarrones, cuadernos y la relación humana entre maestros, alumnos y comunidades. Sin embargo, detrás de esta labor titánica, existe una realidad que ha sido ignorada por décadas: la salud mental del personal educativo está en crisis. El coordinador parlamentario del Partido del Trabajo, Reyes Galindo Pedraza, presentó una iniciativa para incorporar a la Ley de Educación del Estado programas integrales de atención a la salud mental de directivos, docentes y personal administrativo, marcando un antes y un después en la protección de quienes forman a las futuras generaciones.
“El cuidado emocional del personal educativo no es un privilegio, es un derecho humano y laboral básico. Y más aún, es una condición indispensable para garantizar una educación con sentido humano.”
— Reyes Galindo Pedraza
La violencia, la presión emocional y el desgaste mental han dejado de ser excepciones para convertirse en una constante en las escuelas de Michoacán. Docentes amenazados, directores agredidos y personal administrativo intimidado son solo la punta del iceberg de un fenómeno que se agrava por la inseguridad, el rezago social y la precariedad institucional. En muchas zonas rurales y urbanas marginadas, los maestros no solo enseñan: también contienen, resisten y cuidan, a menudo sin apoyo ni protección.
A esta violencia visible se suma otra, más silenciosa pero igual de devastadora: el deterioro de la salud mental. Años de presión burocrática, sobrecarga laboral, falta de infraestructura y estrés permanente han generado ansiedad, depresión y burnout entre el personal educativo. Según la iniciativa, este fenómeno no puede seguir siendo invisible ni tratarse como un tema secundario.